miércoles, 27 de mayo de 2009

Inmigrantes no aceptados



Si tú pronuncias la palabra inmigantes, cuál es la primera imagen que te viene a la cabeza? Cayucos o pateras, verdad?. Con, ¿esto se nos quiere decir que los inmigrantes son personas como tú y como yo, que deberían tener el mismo derecho que todo el mundo, que no vienen con la intención de quitarnos el trabajo...
Sólo buscan ganarse la vida haciendo trabajos que otras persona no quieren hacer, la única diferencia es que lo hacen en otro país. No sólo llegan en pateras o cayucos, también llegan a través de los aeropuertos o por las fronteras terrestres...
Merecenun respeto aunque no tengan papeles.

La inmigración es en España un fenómeno muy importante desde los años 90. La inmigración en la Península Ibérica es muy variada y procede de áreas culturales muy diversas. La mayoría de los inmigrantes proceden de Iberoamérica, les siguen los procedentes de la Unión Europea y del norte de África. A gran distancia se encuentran los extranjeros provenientes de la Europa no comunitaria, el África subsahariana, el Extremo Oriente, el Subcontinente indio, América del Norte y Filipinas. Como vemos el origen de los inmigrantes es muy diverso, pero los medios de comunicación publican casi a diario fotos de inmigrantes que llegan en pateras o cayucos. Estas imágenes son, en parte, una imagen deformada de la realidad. No porque no sean reales, sino porque dan a entender que la vía marítima sea la forma habitual de entrada de los inmigrantes. Las pateras y los cayucos son la forma de entrada en España más llamativo, pero es muy minoritario: un 5% aproximadamente. La mayoría de los inmigrantes llegan a España a través de aeropuertos o por las fronteras terrestres con visados turísticos. Éste es el caso de los que vienen de Iberoamérica y de los países del Este de Europa, que en conjunto representan más de las tres cuartas partes de los inmigrantes.

Quizá la primera pregunta que debemos hacernos es a quién nos referimos cuando hablamos de inmigrantes. En realidad nos referimos tan sólo a los extranjeros que no pertenecen a la Unión Europea. Y aún así, no todos los extranjeros no comunitarios son percibidos como inmigrantes por la sociedad que los acoge ya que siempre en la percepción de una persona que no pertenece a nuestra comunidad hay componentes sociales y económicos que nos llevan a aceptar con reservas a aquellos que llegan con un nivel económico alto, rechazando sin embargo a los que tienen un nivel económico bajo.

La segunda es por qué vienen precisamente al Estado español. Actualmente España es uno de los países europeos que sirven de entrada a inmigrantes que se dirigen a Europa. Normalmente son personas jóvenes que no pueden sobrevivir en sus países de origen y están dispuestos a trabajar en condiciones y en trabajos que muchos españoles no aceptarían. Se emplean normalmente en la agricultura (Almería, Murcia, Lleida, Barcelona), en la construcción (Madrid, Barcelona, País Vasco, Galicia) y en la minería.

Y una tercera podría ser qué diferencia hay entre un inmigrante en situación regular y otro en situación irregular. Los que la mayoría de los medios de comunicación se denominan “ilegales” se encuentran así por el incumplimiento de una norma administrativa. Ésa es la gran ilegalidad: no poseer permiso de trabajo o residencia par a permanecer en el Estado español, aunque hayan ingresado en él legalmente como turistas. Estas personas tienen derecho a asistencia sanitaria pública si están empadronados y a la asistencia sanitaria de urgencia en cualquier caso, a asistencia jurídica gratuita y a la educación básica obligatoria hasta los 18 años. Pero no tienen derecho a huelga, a la educación no obligatoria, a becas ni a las prestaciones de la Seguridad Social.

Todos estos temas aparecen de vez en cuando en los medios de comunicación pero cuando se habla de emigración en los periódicos, en las noticias aparecen sobre todo casos como el de Pathe. Es de Senegal, uno de los países que aportan el 25% de la inmigración irregular subsahariana. Él afirma que volvió a nacer a las diez de la mañana del 15 de noviembre de 2007 cuando la patera en la que viajaba tocó tierra en Tenerife. Ese mismo año murieron casi mil inmigrantes en el intento de alcanzar España. Él llegó apretujado entre 94 seres humanos que se desplazaban en una embarcación pequeña y de fondo planto. Todos en busca del mismo sueño: Europa.

La travesía de estas personas no es propia de los tiempos modernos, porque muchos se dejan la vida en el intento. Y la mayoría de los más afortunados terminan por darse cuenta de que todo fue un espejismo en el desierto: sin papeles no hay trabajo o los explotan con sueldos de miseria.

Pathe pertenece a una familia numerosa, con un padre que cuidaba vacas y cosechaba arroz y maíz. Muchas bocas que alimentar y muy poco dinero. A él le gustaba jugar al fútbol en el colegio y sobresalía por su faceta goleadora, pero nadie se fijó en él para la selección de Senegal. Y tuvo que dedicarse a trabajar en la construcción. Toda la familia estuvo de acuerdo en que hiciera el viaje, tuvieron que desprenderse de sus ahorros e incluso contrajeron deudas pues el precio fue de 1.500 euros. Tuvo que viajar hasta Dakar en autobús. De la travesía en patera no cuenta mucho: “Fueron cuatro días con sus noches. Comíamos magdalenas y bebíamos agua y café. Pasamos por fuertes oleajes y también tuvimos mar en calma. El patrón sólo nos decía que estábamos pasando por la costa de Mauritania o por el país que fuese, nada más.” Tras la llegada a Tenerife, fue atendido por la Cruz Roja y dice que la policía sólo le preguntó el nombre y el de su país. Estuvo en Mataró, donde se dedicó a recoger fruta, sobre todo piña. Se quedó sin trabajo y se trasladó a Vigo, donde tiene un hermano y una hermana que trabajan de vendedores ambulantes. Pero él sigue sin papeles y todavía no ha conseguido un trabajo.

Pero a pesar de la alarma que suscita esta marea humana que llega a las costas y de la que es testimonio Pathe, ésta sólo representa una pequeña parte de la que llega a España. Más de la mitad entra por los Pirineos. Miles de serbio-kosovares, montenegrinos y búlgaros sin papeles, sin trabajo y sin dinero son devueltos a Francia desde la Junquera o Irún a base de un acuerdo de readmisión sin formalidad alguna. Son muchas las voces que piden que los indocumentados cuenten con un abogado y un intérprete para que puedan realizar los trámites sin problemas.

Y no podemos olvidar que hay otro tipo de inmigración. No son trabajadores de los países menos desarrollados sino jubilados de los países ricos de Europa (Alemania, Francia, Gran Bretaña, Suecia). Estos inmigrantes se establecen en la costa mediterránea, Baleares y Canarias. Son personas con altos ingresos, para el nivel de vida español. De estos países también llegan trabajadores jóvenes, pero son una minoría.

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